Las emociones son polarizaciones que hace nuestra mente de los hechos. En ausencia de emociones emergen los sentimientos. Como necesidad y demanda de las emociones que ya no se experimentan y a las que hemos estado sometidos durante un tiempo, suficiente como para ayudarnos a conceptualizar que dichas interacciones son buenas. Así es como nuestro estado de ánimo toma forma. Los sentimientos sanos permiten una dinámica cerebral fluida, dando como resultado un estado anímico feliz.
El yin y el yang: dos formas de entender el amor
Los seres humanos podemos desarrollar en esencia dos tipos de actitudes: bajo una de ellas somos altruistas y colaboradores, y bajo la otra somos egoístas y competidores. Existen personas totalmente polarizadas hacia una de las dos actitudes por voluntad propia; por ejemplo, los monjes budistas están totalmente volcados hacia el altruismo, y los practicantes del objetivismo, hacia el egoísmo. Y también existen personas que combinan ambas formas de ser, comportándose, unas veces, de forma altruista y colaboradora, otras, de forma egoísta y competitiva, y otras, de forma parcialmente altruista y competitiva. En algunas partes del mundo predomina el altruismo (Tíbet), de modo que el egoísmo se ve en general como algo negativo. Y existen grupos humanos donde sucede lo contrario (Tea Party Movement).[cita requerida] Todas las guerras de la historia nacieron del egoísmo por parte de, al menos, uno de los dos bandos; todas las situaciones conflictivas del ser humano proceden del egoísmo.